Diario clase de lengua semana (23-27) abril
Esta semana acabamos el taller de microrelatos, el cual tenía muchas ganas de que llegara, pues era una forma de salirnos de lo clásico de las clases de lengua, por eso han sido unas de las mejores clases. En estas clases he podido abrir mi imaginación y hacer cuanto he podido por hacer buenos microrelatos, aunque he de decir que de estos lo que más desarrollo y los que más me gusta son los finales y por eso os quiero dejar uno que me impactó mucho.
Verónica Martín Martín
Anoche habló el Papa y me quedé estupefacto. Dejé la radio encendida hasta que el locutor dijo buenas noches y seguí quieto en la cama. ¿Y si la despierto y se lo cuento? Me preguntaba dando vueltas a las palabras del Pontífice. Acerqué mi narizota hasta su cuello y respiré al aroma a polvos de talco que aún conservaba. Duerme por fin pero si supiera lo que he escuchado, me repetía. Mis dedos rozaron la cicatriz por debajo de su vientre y se encogió sujetándose las rodillas contra el pecho y ya no pude callar más: ¿Sabes lo que ha dicho el Papa? Que no existe el Limbo. Esperé un momento para seguir hablando pero enseguida la oí llorar.
Verónica Martín Martín
Anoche habló el Papa y me quedé estupefacto. Dejé la radio encendida hasta que el locutor dijo buenas noches y seguí quieto en la cama. ¿Y si la despierto y se lo cuento? Me preguntaba dando vueltas a las palabras del Pontífice. Acerqué mi narizota hasta su cuello y respiré al aroma a polvos de talco que aún conservaba. Duerme por fin pero si supiera lo que he escuchado, me repetía. Mis dedos rozaron la cicatriz por debajo de su vientre y se encogió sujetándose las rodillas contra el pecho y ya no pude callar más: ¿Sabes lo que ha dicho el Papa? Que no existe el Limbo. Esperé un momento para seguir hablando pero enseguida la oí llorar.
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